Allí donde voy y hay vestigios de la inútil Guerra Civil española, como búnkeres o restos de trincheras, saco una foto para el recuerdo. No es en absoluto una añoranza de aquel conflicto, sino un testigo permanente que nos haga meditar sobre lo que somos y para que Historia no sea el pasado que no pasa.
En los alrededores de Brunete, Navalagamella, Colmenar de Arroyo y Villanueva de la Cañada, y aún en el centro de Madrid (Parque del Oeste y Dehesa de la Villa) existen varios búnkeres de la pasada guerra Civil. La famosa frase según la cual quien no recuerda su historia está condenado a repetirla (que unos atribuyen al filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y otros a Napoleón) es solo una frase que debe tenerse en cuenta por la utilidad de conocer la historia, no solo particular de un país o continente, sino del mundo entero. Pero nada más, porque tal presagio o premonición no se sostiene con pruebas históricas. Y en el lado opuesto, tanto recordar el pasado bélico lleva implícita la conservación del odio que lo generó. Ahí están si no las leyes del Olvido de Pericles, sobre las guerras griegas, o el ensayo de Lewis Hyde "Breviario del olvido".
El gobierno de Sánchez en 2021, ha pactado con los comunistas y con Bildu una ley de Memoria Democrática que enmienda la ley de Amnistía de 1977: «El objeto de esta Ley es la recuperación, salvaguarda y difusión de la Memoria Democrática con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las distintas generaciones en torno a los principios, valores y libertades constitucionales.
Asimismo es objeto de la Ley el reconocimiento de los que padecieron persecución o violencia por razones políticas, ideológicas, de conciencia o creencia religiosa, de orientación e identidad sexual» durante la Guerra y el franquismo. «Se trata de promover su reparación moral y recuperar su memoria e incluye el repudio y condena del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y la posterior Dictadura franquista».
Esta ley no derogará la Ley de Amnistía de 1977, apoyada incondicionalmente por los comunistas de entonces, y cuya defensa en el Congreso de los Diputados corrió a cargo de Marcelino Camacho, líder de las Comisiones Obreras: «Pedimos amnistía para todos, sin exclusión del lugar en que hubiera estado nadie. Yo creo que este acto, esta intervención, esta propuesta nuestra será, sin duda, para mí el mejor recuerdo que guardaré toda mi vida de este Parlamento. Nosotros considerábamos que la pieza capital de esta política de reconciliación nacional tenía que ser la amnistía. ¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los ‘unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?»
No se puede estar continuamente recordando el pasado, alimentándose de lo sucedido. Hay que pasar página. No obstante lo dicho y sin que eso sea contradictorio, traigo aquí estos vestigios del pretérito más oscuro de nuestra vida como ejemplo de lo que nunca deberemos repetir.
EL FORTÍN DE LOS ROSALES (BRUNETE)
Este fortín no está relacionado con la famosa batalla de Brunete del verano del 37, sino que se vincula con un hecho posterior, que fue la ofensiva republicana de enero del 39 contra las posiciones de la 20 División franquista. El ataque en esta zona de Los Rosales fue llevado a cabo con el apoyo de ocho carros de combate soviéticos T-26.
El problema fue que los carros se desviaron demasiado hacia la izquierda, tal vez debido a una espesa niebla, lo que dejó desprotegida a la infantería que fue atacada por el fuego de un cañón antitanque. Aunque algunos carros soviéticos consiguieron aplastar las alambradas que rodeaban las fortificaciones, el fuego antitanque, las granadas de mano y las botellas con líquido inflamable, provocaron la destrucción de siete de los ocho carros de combate T-26. Las ametralladoras, por su parte, frenaron el avance republicano cuya infantería sufrió numerosas bajas.
El día 16 de enero se dio por acabado el ataque. Los republicanos no consiguieron ni un solo palmo de terreno ni distraer las tropas de otros frentes. Se reconocieron 880 bajas entre muertos y heridos republicanos, frente a 18 del bando nacional.
El ejército franquista estaba, al parecer, al tanto de esta ofensiva y preparó la defensa con un batallón de ametralladoras y dos secciones de morteros, además de la 20 División.
Las excavaciones arqueológicas han permitido encontrar gran cantidad de munición, metralla, granadas de mortero e incluso proyectiles de artillería sin estallar.
Bunkeres en Brunete (Madrid)
Plan de Fortificaciones de la CAM
Fortificación «Fuente del agua»
Los Yesares
RESTOS DEL BATALLÓN ALPINO (GUADARRAMA)
En la sierra de Guadarrama, en la llamada Peña Citores se encuentran algunos restos de las trincheras que construyó el Batallón Alpino creado durante la Guerra Civil española para la defensa de la sierra madrileña de posibles ataques de las fuerzas franquistas.
BÚNKERES EN EL PARQUE DEL OESTE (MADRID)
También, en pleno centro de Madrid, en el bello parque del Oeste, se encuentran en perfecto estado 3 búnqueres de la época de la Guerra Civil española. Pertenecían al bando nacional y nos permiten darnos cuenta de la cercanía del frente de batalla a la ciudad, a escasos metros de la cárcel modelo, entonces ubicada donde hoy se encuentra el cuartel General del Ejército del Aire (antiguo Ministerio del Aire).
Todavía en uno de ellos se puede leer una inscripción que pone ZAPADORES Nº 7, suponemos que reivindicando la autoría de los mismos. La entrada de los bunkers se encuentra tapiada.
Estos bunkers se encuentran bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
BUNKERES EN LA DEHESA DE LA VILLA (MADRID)
Hay varios restos de búnqueres y hasta de algún impacto de proyectil de cañón en este bello parque. Los búnqueres están muy enterrados y hay que prestar mucha atención para no perdérselos.
En la calle Pirineros, hay un bunquer medio enterrado, y en el número 7, en la clínica Isadora, se aprecia el impacto de un proyectil de un cañón de 10 cm, que aún no ha sido reparado.
También en la calle Pirineos, en la conocida casa como El Castillo, se alojó en lo alto del torreón, un observatorio de artillería, que probablemente se utilizaba también para fijar las coordenadas en el lanzamiento de morteros.
En el siguiente mapa, encontramos la ubicación de estos vestigios. El búnker número 1, cerca de donde hoy está la Universidad Nebrija, está construido de hormigón, sin conglomerado férreo. Se construyó en 1936. Enterrado, apenas se ve el techo. Los números 2 y 3, están cerca de la calle Maristas y son iguales al anterior. En su interior albergaban ametralladoras.
Cerca del llamado "cerro de los Locos" hay restos de numerosas trincheras.
En los límites del parque, cerca de la torre del Ciemat, hay dos cuevas donde se guardaba armamento. La desidia y el abandono han hecho que apenas sean visibles y hay que conocer el lugar para dar con él.
Desde los miradores, se aprecian algunos puntos estratégicos como el Cerro Garabitas y el Cerro del Águila en la Casa de Campo, y el Puente de los Franceses, por donde las tropas de Franco entraron en la Universitaria a través de la llamara "pasarela de la muerte" o "puente del Generalísimo" (con perdón).
Búnker 1
Búnker 2
Búnker 3
Impacto de proyectil en la clínica Isadora, en la calle Pirineos, 7
Edificio llamado "El Torreón", en la calle Pirineos