HISTORIA


"La isla Negra", en su versión coloreada, es un relato creíble y muy entretenido. La acción principal tiene lugar en Escocia, uno de cuyos pueblecitos pesqueros, Kiltoch es descrito magníficamente  por Hergé en sus dibujos. Sus calles, la taberna, el viejo parroquiano que le avisa del peligro que encierra la isla, etc., están llenos de realismo.  Hergé viste a Tintín con una falda similar al clan de los McBean y le sumerge en un escenario parecido al que uno puede disfrutar en la isla de Sky. En 1943, Hergé colorea el álbum primitivo en blanco y negro y 22 años después lo rediseña por completo a petición de los editores británicos que no creen acertada la representación que se hace del país. Por ejemplo, cuando en el primer álbum se habla de Scotland Yard, se corrige luego por Central de Policía británica, ya que aquella es sólo la metropolitana de Londres.

CONTENIDO

Durante un paseo por el campo, Tintín observa el aterrizaje forzoso de una avioneta. Cuando va en auxilio de la tripulación es tiroteado por el piloto. En el hospital, recuperándose, piensa que debe investigar el asunto. Da con un tal profesor Müller y tras vigilarle, observa una noche cómo una avioneta descarga varios sacos con billetes falsificados. Persiguiendo a los malos, llega a la población escocesa de Kiltoch y de allí al terrible escenario de la Isla Negra (Kisimul Castle, en la realidad), donde un rugido espantoso atemoriza a los habitantes de la localidad cercana. En las noches terribles, el espantoso grito de aquella criatura es tan espeluznante que nadie se atreve a navegar hasta la isla Negra. Pero Tintín no hace caso de los avisos de un viejo escocés del lugar, y compra una barca con la que llega a la terrible isla. Un enorme gorila casi lo devora, pero Milú logra espantar a la bestia. Tintín se da cuenta que Renko (que así se llama el animal) está amaestrado por los malvados falsificadores. Tras unas espectaculares peripecias, a través de pasadizos secretos y grutas, Tintín logra reducir a la banda. Sin embargo, el gorila, que se ha escapado, amenaza nuevamente con devorar a Tintín, que nuevamente es defendido por Milú. En ese momento los Hernández y Fernández llegan a tiempo de ver cómo el monstruo es en realidad un simpático gorila con sentimientos, que incluso se ha hecho amigo de Tintín.
La isla Negra
EDICIONES

Editorial Casterman, 1937 en francés
Editorial Casterman, 1943 (coloreado), 1965 (redibujado)
Editorial Juventud.
Primera edición: 1961, con lomo de tela rojo, azul y verde
Traducción del francés: Concepción Zembrera
Sin ISBN en sus tres primeras ediciones
ISBN 13: 978-84-261-5527-6 (978-84-261-1417-4, rustica)
ISBN 10: 84-261-5527-8 (84-261-1417-2, rustica)
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En el mes de mayo de 1933, el periódico Inverness Courier, editado en la localidad de Inverness, la única ciudad cuyas aguas lame el lago Ness, publicó una historia basada en los testimonios de una pareja que afirmaba haber visto "un enorme animal rodando y hundiéndose en la superficie del lago". Al día siguiente el Daily Mail y otros periódicos enviaron a sus corresponsales. En la fotografía de abajo se ve al investigador Marmaduke Wetherell con el redactor del Mail, Mr. Memory y a su fotógrafo Gustave Pauli, en diciembre de 1933, buscando huellas del monstruo. Unas huellas que luego resultaron ser de un hipopótamo perteneciente a una familia de la zona.
Cuando el Museo de Ciencias Naturales de Londres descubrió este engaño de las huellas, Wetherell fue despedido del Mail -que le había encomendado la investigación- y se inventó como revancha la archiconocida foto de supuesto Nessy, llamada Surgeon's picture porque inicialmente se creyó que fue tomada por un tal Colonel Kenneth Wilson, que era médico con consulta cercana a Harley Street, la famosa calle de Sherlock Holmes, y vecina a la mía de Maybury Court entre 1996 y 1999 años en que viví en Londres.
Hergé oyó sin duda estas noticias que dieron la vuelta al mundo, y decidió situar su "La isla Negra" en Escocia, con un castillo situado en una isla, que se parece al llamado castillo Urquhart situado en las orillas del lago Ness.

Una cosa que me sorprendió al releer «La isla Negra», en la segunda edición, fue que Hergé había modernizado algunas viñetas, es decir, actualizado máquinas de tren, aviones y carros de bomberos. Me gustó ver esos cambios, aunque hoy -ya mayor- los contemplo algo decepcionado porque al repasar la primera edición recuerdo aquellas viñetas antiguas que tanto me llamaron la atención de niño.