HISTORIA


La conquista de los polos, jalonada de épicos episodios, debió influir en Hergé a la hora de escribir esta historia sobre unos aventureros en busca de un meteorito gigante caído en aguas cercanas al Polo Norte. Son sobrecogedoras las hazañas de los navegantes en su intento por llegar desde Europa al Pacífico a través del círculo polar ártico. Los nombres de Cabot, Frobisher, Barents, Ross, Hudson, Pery, Franklin, Malaspina o Amundsen quedarán para siempre en la memoria de quienes amamos la aventura. Igual ocurrió con la conquista del último continente en ser descubierto: la Antártida.

Fue el español Gabriel de Castilla el primero que avistó sus tierras en 1603. Cazadores de focas españoles, chilenos y argentinos llegaron a las costas de las Antillas del Sur. Dos siglos después, en 1819, otro buque español, el San Telmo, desapareció en el cabo de Hornos, y según testimonios de marineros ingleses que pisaron aquellas tierras antárticas, algunos tripulantes del barco español pudieron haber sobrevivido en ellas durante un tiempo.

Después vinieron otros aventureros como Smith, el ruso Petrovich Lazarev, el norteamericano Palmer y el británico Weddell. A mediados del siglo XIX, James Clark Ross, con los barcos Erebus y Terror, cartografió parte de la costa antártica y con su apellido se bautizó al mar de Ross, y con el nombre de sus navíos a los montes volcánicos Erebus y Terror.

CONTENIDO

En el cielo aparece una nueva estrella que con el paso de los días aumenta de tamaño. En realidad, se acerca a la Tierra, y Tintín intrigado acude a un observatorio astronómico donde conoce al profesor Calys (otro intento de crear a un científico que fuese fijo en la nómina de las aventuras de Tintín). El choque de la estrella con nuestro planeta parece inminente y se anuncia el fin del mundo. Sin embargo, lo que cae es una parte, un meteorito, que Tintín se dispone a buscar en el mar Ártico en compañía del Capitán Haddock y del profesor Calys. Rápidamente otros países también desean colocar su bandera sobre aquel inmenso meteorito y se entabla una carrera trepidante hasta que finalmente desaparece tragado por el mar.

La estrella misteriosa
EDICIONES

Editorial Casterman, 1942 en francés  y en color
Editorial Casterman, 1954 (ligeras modificaciones)
Editorial Juventud.
Primera edición: 1960, con lomo de tela azul
Traducción del francés: Concepción Zembrera
Sin ISBN en sus cinco primeras ediciones
ISBN 13: 978-84-261-0965-1 (978-84-261-1416-7, rustica)
ISBN 10: 84-261-0965-9 (84-261-1416-4, rustica)
Encuadernado en cartoné   Formato: 23 x 30 cm
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A comienzos del siglo XX, Falcon Scott, con el Discovery, alcanzó la latitud 82º 17', la más meridional jamás visitada. Con él, iba el fabuloso Ernest Shackleton. Este intrépido e inteligente aventurero, extraordinario líder, volvió al mando de su propia expedición en 1907, para conquistar el Polo Sur. Se quedó a tan solo 180 kilómetros, pero subió al monte Erebus de 3.794 metros.

En 1910, el noruego Amundsen, que años atrás fue el primero en atravesar el Paso del Noroeste, y el británico Scott lucharon por ser los primeros en pisar el polo sur geográfico (no confundir con polo sur magnético -en realidad norte magnético-, geomagnético o de inaccesibilidad). En aquella terrible carrera, ganó Amundsen, que alcanzó el extremo sur del planeta el 14 de diciembre de 1911. Un mes después llegó Scott que murió durante el regreso.

Pero quizás la más grande aventuras la vivió en 1914 Ernest Shackelton a bordo del Endurance, quien tras no poder ser el primero en alcanzar el polo sur, intentó atravesarlo. Su barco quedo atrapado entre el hielo de mar de Weddell, y destrozado pocas semanas después por la fuerza de las placas heladas. Arrastrando dos botes por aquel mar helado, llegaron a aguas abiertas y luego a la isla Elefante. Desde allí, en uno de los botes y con otros cinco hombres, partió en busca de ayuda. Tras recorrer 1.500 kilómetros en medio de un mar embravecido, llegó a Georgia del Sur. Pero el desembarco tuvo lugar en el extremo occidental de la isla, que tuvieron que atravesar a pie, entre cumbres de 2.000 metros, hasta llegar a la estación ballenera. Shackelton regresó con ayuda a la isla Elefante y logró rescatar a todos sus hombres con vida. Habían pasado 2 años desde el comienzo de esta increíble odisea.

El James Caird partiendo de la Isla Elefante rumbo a Georgia del Sur
Roal  Amundsen
Robert Falcon Scott
Ernest Shackleton
Tumba de Shackleton en Georgia del Sur
La aventura de Shackleton se ha llevado al cine en una extraordinaria película de Charles Sturridge, protagonizada por Kenneth Branagh.

La expedición parte de Londres el 1 de agosto de 1914 con el objetivo de cruzar la Antártida desde el mar de Weddell al mar de Ross (
línea azul). Tras dejar Georgia del Sur (línea roja), el 19 de enero de 1915 el Endurence queda aprisionado por el hielo del mar de Weddell. El 24 de octubre abandonan el barco que movido por la placa de hielo se ha desplazado hacia el oeste (línea amarilla).

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El 21 de noviembre de 1915 el Endurence se hunde definitivamente entre crujidos y convulsiones.

El 9 de abril de 1916 alcanzan la Isla Elefante tras una travesía en dos botes que llevaron consigo desde el hundimiento del barco (
línea verde).

Ante la imposibilidad de sobrevivir en esa isla, Shackleton decide navegar en uno de los dos botes, con cinco miembros de la expedición, hacia la isla Georgia del Sur. Era el 26 de abril de 1916.

Tras una agónica travesía de 1.500 kilómetros, llegan a Georgia del Sur, que deben atravesar para alcanzar la costa sur donde se encuentra la estación ballenera.

En agosto de 1916 regresa con ayuda a la Isla Elefante donde rescata al resto de su tripulación sana y salva. No falleció ningún miembro de la expedición.

Años mas tarde, en 1921, Shackleton volvió a la Antártida, pero un año más tarde, en Georgia del Sur, falleció de un ataque al corazón. Allí fue enterrado.

Hergé utilizó para su historia el nombre de Aurora, para bautizar al barco capitaneado por Haddock en su búsqueda de la estrella misteriosa. El Aurora, precisamente, era el nombre del barco que debía suministrar recursos a Shackleton desde el mar de Ross.
Según algunos observadores tintinescos, Hergé, para congratularse con el régimen Nazi, utilizó algunas viñetas contra los judíos norteamericanos. En la primera edición a uno de los malos del álbum, llamado Blumenstein, lo pinta con nariz aguileña y labios gruesos. En la edición de 1952 cambia el nombre por el de Bohlwinkel, pensando que no era judío. Y su nacionalidad ya no era estadounidense sino de un país imaginario: Sao Rico. Incluso, en las barcas que compiten por llegar primero a la estrella, cambia la bandera de los EE.UU de la primera edición por otra inventada.
En los cuentos de Tintín siempre he aprendido cosas nuevas que luego me han servido para mi trabajo. Recuerdo que el sabio que descubre la estrella misteriosa habla de la espectroscopía. Es decir, leyendo un informe sobre la luz que emanaba aquella estrella misteriosa pudo averiguar el material del que estaba formada. Ciertamente, en un cuento leído cuando se es niño esas cosas no tienen mayor importancia y no se sabe distinguir si aquella ciencia existe o es pura invención de la imaginación del guionista.

Pero, si aún hoy, nos dijeran que el elemento helio fue descubierto antes en el Sol que en la Tierra nos asombraríamos. Pues es verdad gracias a que la espectroscopía nos posibilita ese conocimiento. Los descubridores de esta ciencia fueron Robert Bundsen y Gustave Kirchoff hacia 1860. Esa ciencia se basa en el hecho de que mediante el análisis de la luz se puede obtener la característica de la sustancia que la emite.

Un día estaban ambos en una habitación desde donde podían ver el Rin desde la ciudad de Mannheim. Se desató un incendio a lo lejos y mediante análisis espectroscópico fueron capaces de adivinar que allí había ardido bario y estroncio. Bundsen pensó: si pudimos determinar la naturaleza de las sustancias que ardieron en Mannheim, ¿por qué no podemos hacer lo mismo con el Sol? Básicamente, al hacer pasar una luz por un prisma de cristal no vemos todos los colores del arco Iris, sino que depende de la causa de la llama veremos unos u otros.

Gracias a esta técnica se demostró que las estrellas más remotas están compuestas por los mismos elementos existentes en la Tierra. Fue una revolución en la historia de la ciencia. Hoy día es una técnica muy utilizada, dado que es una huella digital de la sustancia con la que estamos tratando.
De pequeño me hizo siempre mucha gracia que entre sabios que viajaban con Tintín en la conquista del meteorito fuese uno español, que se llamaba Porfirio Bolero y Calamares.
La adición al alcohol del capitán, debió traerle algún problema al dibujante, que en este viñeta (también en otros libros) se preocupa porque no beba alcohol.